De la nada


De la nada.

De la nada
Surgió la tormenta
que debilitó
mis pensamientos.
De la nada
emergieron lamentos,
de la nada
sonrisas y llantos;

E ideas derrumbadas
como los grandes imperios,
o agua potable
que apaga
los incendios provocados
de cada noche.

De la nada
surgió el odio,
de la nada:
los límites,
las reglas
que nos convienen,
los derechos,
y las obligaciones.

Y también la fatiga,
y el descanso
de moralizar a base
de considerar pecado
todo lo que molesta,
y santificar
todo lo que nos hace
un poco más ricos.

De la nada las sogas
que ahogan mi cuello,
de la nada el cristal
que deshace mis venas,
de la nada mis partos sin epidural
y los accidentes
que de tanto repetirse
abrieron mis ojos.

Fin

0 comentarios:

Publicar un comentario