Cumplir años nos afea por fuera y nos embellece por dentro...
Normalmente el día de mi cumpleaños era una jornada lluviosa que aprovechaba para celebrar la llegada del verano zampándome unos litros de helado, escuchar algún disco de Nirvana o Smashing Pumpkins, reflexionar sobre mi vida escribiendo alguna poesía existencial, leer algo, tomarme un té/café con algún buen amigo, cenar con la familia y poco más.
Por suerte, los tiempos oscuros han dado paso a un periodo de felicidad en el que quejarme no tiene mucho sentido. Por lo que me limito a deleitarme con el deseo implícito en cada felicitación, degustar el buen sabor que me ha dejado este año que me ha enseñado el placer de haber llegado, más vivo que nunca, a la treintena. Congratularme de todos los nuevos amigos que he hecho en estos 365días, agradecer que mis viejos compañeros de fatigas sigan aguantándome, disfrutando el mayor de mis vicios: la música, descubriendo que todavía me quedan muchas cosas que aprender, dando gracias al universo por haber caído en esta familia tan perfecta y, sobre todo, seguir sonriendo;
Yo que siempre he criticado las patrias, he conseguido entender que la bandera de la vida ondea gracias a los soplidos de los que te rodean y tengo la enorme suerte de tener mil regalos diarios en forma de atenciones, carantoñas, paisajes de cuentos de hadas, una B.S.O difícilmente mejorable y una paz interior que he aprendido a compartir con los que me enseñaron a soñar y a desear que de esta fuente inagotable de buenos momentos llamada vida nunca dejen de fluir emociones.
Salu2 y gracias a los que conforman este vecindario de loc@s por enseñarme a redefinir la cordura, a apreciar lo que dura cada segundo y a valorar en su medida los motivos que hacen que prefiera este sueño que vivo con los ojos bien abiertos para no perderme nada.
