Algo;

Como decía Bunbury: "empezar porque sí y acabar no sé cuando..."

Ojalá todas las historias empezaran con un final feliz, pero intuyo que si algo fuera tan bueno nunca romperíamos con ello, no habría comienzos, porque no nos plantearíamos la posibilidad de cambiar si todas nuestras preguntas tuvieran respuestas o si no hubiera, ni siquiera, que preguntarse nada.

Si las calles del mundo se llenan de jóvenes inconformistas es porque algo va mal. Algo nos preguntamos. Algo querremos cambiar.

Si los activistas pretenden abstenerse o si much@s tenemos la sensación de llevar toda la vida votando a partidos que no nos convencen para que no ganen partidos que nos dan miedo, es que algo falla.

Algunos lo han entendido. No hace falta tomar medidas, ni discutir. Simplemente, basta con empezar por mostrar nuestro descontento pacíficamente. El debate surge automáticamente, igual que las conclusiones y los puntos que nos unen y los que nos separan. El acuerdo, en cambio, tardará en llegar. Porque las utopías tienen una duración determinada. Exactamente el tiempo que la realidad tarda en poner las cosas en su sitio. Por eso, debemos y nos estamos preparando para que cuando llegue ese momento, nuestras conciencias sigan tranquilas y nuestros principios intactos.

No voy a entrar a discutir sobre ideologías y certezas. Cada uno tiene las suyas, todas respetables y diferentes. Y de ahí, precisamente viene el problema que ahora pretendemos resolver. Se han aunado tanto las creencias, privando al individuo de su particularidad, que hemos acabado generalizando y posicionándonos o etiquetándonos de la forma equivocada. No se puede hablar de una izquierda única que no englobe a Trosky, Marx, Lennin, Pablo Iglesias o a cualquier parado actual,  ni de una derecha disfrazada de centro que obvie que parte de su éxito se cimenta en la "antigua" extrema derecha. O un Partido que engaña con la sigla "O" de su nombre o malentiende el socialismo...

La discusión, más que en la democracia, se centra en lo mal que muchos (partidos, empresarios, bancos...) han entendido ese concepto. No se puede pretender que te otorguen el poder a cambio, simplemente, de 15 días de mentiras continuadas, de promesas que no se cumplen y de sonrisas falsas. Si cuentas conmigo para que te vote, no te olvides de mí a la hora de tomar decisiones.

Hacen falta cambios, y las urnas y los candidatos actuales no nos permiten llevarlos a cabo. De ahí la protesta y la intención de buscar soluciones. Y esas alternativas nada tienen que ver con los panfletos con los que a todos nos bombardean en los periodos de elecciones. Programas sin previsión hechos chapuceramente y, normalmente, sin conciencia, ni justicia, social.

Si la política se basa en devolver favores, o en ser (valga la redundancia) políticamente correcto con todo y con todos, habrá que cargársela o tratar de cambiarla. Si el problema son los nombres, habrá que buscar otros y si con todo éso, nada cambia y hay que destruírlo todo para empezar del punto que consideremos básico, pues también hay que estar preparados. 

Lo bueno de esta movillización es que nadie obliga a nadie a nada. Se confía en el criterio del individuo y cada cual sabrá lo que le conviene o hasta donde quiere llegar. Se ha evidenciado que tenemos muchas cosas en común y nos conviene unirnos para que nuestras peticiones y derechos globales (Básicamente la dignidad que han pretendido arrebatarnos) no se ninguneen.

A partir de ahí, es básico que no olvidemos de donde venimos y  lo que nos ha unido para que los errores que nos han traído hasta aquí, no vuelvan a repetirse NUNCA.

Salu2

y nos vemos mañana.

5 comentarios:

  1. Extraordinaria reflexión.

    Soy profesor y, si me lo permites, voy a utilizar este texto para dar una lección ética a mis alumnos.

    Antón Leiva.

    ResponderEliminar
  2. Si quieres podríamos ir Nosotros y dar una pequeña charla... un saludo.

    Imanol.

    ResponderEliminar
  3. Vaya, para mí es un placer que considere el texto digno de una clase. Tiene mi permiso para lo que quiera.

    Salu2.

    ResponderEliminar
  4. Un ejemplo de ética, de civismo y de raciocinio. Felicidades!

    Cristina

    ResponderEliminar