Fin y principio, a la vez.

Típica escena de película. El protagonista sale por la puerta, echa un vistazo al despacho en el que ha pasado un tiempo y con una mezcla entre nostalgia y sonrisa se despide con un rápido giro de cabeza y acelera el paso para abandonar el pasado y correr hacia un futuro que puede, mientras la realidad no se encargue de desvirtuarlo, al menos, adjetivarse con la palabra ilusionante.

Hoy que el agosto del 2011 llega a su fin me doy cuenta de que éste ha sido un verano interesante en el que me han pasado un millón de cosas, he ejercido de profesiones la mar de variopintas, me he divertido muchísimo y he aprendido aún más. Lo de "Jonn esponja" me lo he ganado a pulso y ya no por mi capacidad de acabar con las existencias de alcohol sin que apenas se me note, sino, más bien, porque empiezo a tener demasiada experiencia vital almacenada y quizá por éso llevo 3 o 4 meses en los que me siento felizmente estable, fácilmente ilusionable, extremadamente razonable y feliz a pesar de la imperfección que me define y me rodea. Como cantaba Najwa Nimri: "me tiene que doler", o no, porque yo siempre he pensado que el dolor no es más que otra forma, más, de aprender. Y supongo que éso es lo que he hecho: contener los lamentos, aprender a acelerar los tempos de recuperación y asumir que hay una parte oscura del mundo que hay que dejar al margen por tu bien y, sobre todo, por tu seguridad física y mental.

La vida es muy corta para pasarse la mitad del tiempo pensando. Y hay que asumir que cuando algo se acaba, por muy bueno que haya sido, una nueva historia se empieza a escribir. No mejor, ni peor... simplemente diferente. Porque otra de las cosas que he absorvido es que nada es comparable a nada. Las convicciones son una cosa, lo vivido otra y la experiencia te lleva a tratar de buscar la mezcla exacta de necesidades adquiridas y novedades necesarias. Lo demás no es más que un flirteo con lo supuesto, o un trabajo de campo digno del más avispado experimentador. 

La vida es como una programación televisiva: cuando acaba una película empieza otra, o te meten un anuncio para que te dé tiempo a mear, o una de noticias para que entiendas que el mundo no se limita a lo que tú crees y ves, o una serie o un programa para que te rías o creas que por un momento eres el más listo de la sala. O uno de esos programas del corazón que evidencia que no todo puede ser perfecto. La suerte es que el mando a distancia está en poder de cada uno... y a mí, me toca cambiar de canal. Espero que no me salga tele 5;

Salu2

y nos vemos mañana.


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