El karma y la música (propia) gratuíta.

El messenger ya no está de moda... pero a veces no está mal recurrir a las "viejas" tecnologías para desconectar. 

Hoy tengo uno de esos martes algo resacosos y somnolientos, pero, la verdad: no me quejo. Ayer, tras mi jornada de traducciones sólo quería pegarme un baño y quitarme de encima la humedad acumulada de un día de perros (sarnosos), relajarme quizá, ver la tele, para variar... pero las nubes negras de las cinco de la tarde y las previsiones de tormenta cambiaron mi parecer. Compré una tarrina de cd´s vírgenes, los llené con mi nueva "maqueta" y me fui a repartirlas; así de gratis... para que la degustaran, al módico precio de una sonrisa, los que demostraran un mínimo interés por mi arte "desperdiciado".

Un simpático barero se ofreció incluso a ponerla para todos los viejales que allí se congregaban alrededor de una copita de vino. Y a parte de esa mezcla de ilusión y sonrojamiento, el desinterés generalizado me demostró que lejos de ser vomitivas o repelentes "el salto", "de repente" o "crisálida" tuvieron una aceptación que ni yo mismo imaginaba. Así que decidí quedarme a cenar y acabar de repartir los cd´s que me quedaban. Gran idea la mía, porque nunca está de más celebrar las pequeñas cosas y, a parte de lo bueno que estaba el tomate de la ensalada, los callos y la carrillera en salsa, me eché unas risas con un cordobés, escuché pacientemente las historias de abuelo cebolleta de los nietos de dos mineros asturianos, consolé a un guatemalteco empresario que no se ha forrado este verano sin sol y "monologuicé" la estancia en Francia de Paco Calvíñez Soria. Sólo faltaba el rey Arturo en aquella mesa redonda...

El caso es que la risoterapia siempre sienta bien. De hecho a eso de la una y media, cuando me acosté, nadie diría que era lunes (otra cosa es el despertar de hoy, ja ja), pero bueno. Sarna con gusto no pica que decía mi abuela. Y, la verdad, se hace más llevadero traducir con una sonrisa en la cara. Y se sobrelleva mejor las muertes de Jerry Leiber y Nick Ashford, a pesar de las ojeras, de las críticas y de los pesares habituales de la rutina.

Dime con quien andas y te diré cuánto puedes divertirte.

Salu2

y nos vemos mañana.

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