Abandono

Las despedidas siempre son duras; pero me hubiera encantado que alguna de las veces que me han dejado hubieran tenido la consideración de decirme que, al menos, me quesieron como hice yo:
Supongo que acabamos de tener la conversación que preludia el final de tu novela...
Hoy todas nuestras promesas “en negrita” pasarán a mejor vida, hoy los sueños, como dijo Calderón, no serán nada más que eso: sueños, y el supuesto romanticismo dejará de ponernos los pelos de punta, y mis vivencias te parecerán un coñazo, y los dardos un juego de niños, y el mejor sexo de mi vida... Una página más en mi novela de felicidades postcoitales.
Lo malo es que sigo locamente enamorado de ti, pero mi experiencia me dice que la cabeza es un visionario mucho más efectivo que el corazón; que la realidad distorsionada de la visión de los ojos de un enamorado, desgraciadamente, no asegura, como en los cuentos de hadas, un final con degustación de perdices.

Hoy la realidad es un tsunami que ha arrancado de cuajo mis ilusiones y ha dejado un solar plagado de dudas razonables para las que ya no me quedan respuestas, y a ti, veo que tampoco. Mi optimismo se ha ahogado en los restos de tu botella medio vacía; mi seguridad, ahora, no es más que indisposición a arriesgar todo tan rápido. Tu libertad ya no es compatible con mi visión del “poco a poco”, y mi vida, encaminada a ser únicamente tuya, se ha quedado a medio camino entre la pasión eterna y el trampolín del que sólo saltan los más osados.

Yo, desgraciadamente, tengo miedo. Sí, lo reconozco. Puedes culparme si quieres, lo acepto, porque no quiero rememorar el regusto amargo de la precipitación, ambos hemos corrido antes esta carrera en la que no importa quién gana sino quien es capaz de llegar hasta el final (y en este caso, ni tú ni yo hemos entrenado lo suficiente). Yo ya he cerrado los ojos antes, ya me he visto descorazonado sólo , triste y sin nada más que mis recuerdos. Ya he salido de casa para regresar, al tiempo, con la cabeza gacha; ya he dejado mi vida en manos de quien no la quería... Mi miedo está justificado, las circunstancias mandan, el pasado me aconseja, y mi cabeza, ahora, es el freno que antes no tuve.

No concibo el amor como una lucha constante por la hegemonía, ni como un juego con vencedores y vencidos. Mi visión es algo más simple; el amor es algo que no hay que argumentar, algo por lo que no hace falta pasar duras pruebas diarias, algo que no se puede reprimir, algo de lo que no te puedes avergonzar...

Por eso, al descubrir que nuestra historia de amor, al final, no era tan diferente a las demás, me siento mal. Nuestro final es trágico como cualquier otra separación, y más, porque, esta vez, sí me preguntaré lo de: “¿qué podía haber sido ?” porque no entiendo que ha cambiado, no entiendo lo que se ha torcido para llevarme a escribir el relato de un final que no deseo, quizá por eso estoy tan contrariado y triste.

Y aunque los buenos deseos, en estos casos, no son más que un formalismo para los que se ven abocados a vaciar su agenda de ilusiones, yo estoy encantadísimo de haberte conocido, eres lo mejor que me ha pasado nunca y sólo puedo darte gracias por haber existido, por haber querido formar parte de mi vida , aunque nuestro amor haya sido tan efímero. Por eso, sólo puedo desearte lo mejor.

Creo que tu impaciencia, o mi exceso de paciencia, han roto la, posiblemente, mejor historia de amor de mi vida. Otras han durado más o han sido más intensas, pero nunca he llegado a sentirme tan atraído y tan deseoso de estar con alguien, nunca he mirado al futuro con esta ilusión, nunca he querido dejarme llevar por alguien como contigo. Por eso, me va a costar tanto transformar lo especial en normalidad, lo mejor en algo más, lo increíble en argumento de credibilidad, lo necesario en algo prescindible, la fe en ateísmo irreversible, el destino, en una página en blanco, que, a pesar de lo que podamos decir ahora, volveremos a llenar, lo irrepetible en una anécdota, los abrazos en distancia, y el “para siempre”, en un adiós lleno de lágrimas.

Hasta aquí llegan nuestras conversaciones, la historia de dos amantes con destinos diferentes, la historia de un sueño que agoniza, la alegría que hoy, por desgracia, se vuelve tristeza.

Como digo en mi canción, volví para quedarme (a pesar de las circunstancias) y creí, como digo también en ella, que me iba a ahorrar un viaje a Japón porque he llegado a creer que la mujer de mi vida eras tú

¡Qué pena no haber coincidido con tus ilusiones! ¡Qué pena no haberte podido dar lo que me pedías!¡qué pena volver a la soledad, entre otras cosas, porque a diferencia de antes, esta vez, no la deseo! ¡qué pena no poder demostrarte mi teoría del amor no caduco! Y sobre todo, ¡qué pena tener que decirte adiós cuando más te quiero! Sí, te quiero tanto que sé que no puedo darte lo que deseas, por eso, te dejo ir antes de incumplir nuestra promesa de no hacernos daño.

Los besos que hoy te mando no tienen la intensidad de otras veces, supongo que son nuestro último vínculo, el alivio de quien no tiene consuelo. Suerte que no puedes ver las lágrimas en mis ojos y espero que cuando mires atrás, te quedes con la representación gráfica de los “ja”s que en estos meses te he provocado. Esta vez, el destino se ha adelantado a mis pasos equivocados, los elefantes no volverán a molestarnos... A pesar de todo, es hora de cortar nuestra conversación, y con ella la historia de amor de "my darling" y Jonn...

Perdonad mi puntito nostálgico. El abandono es demasiado reciente. Para compensar os dejo una recomendación especial: Denver (by love of 74) y Moby dick, y su forma de tocar la guitarra.

Salu2

y nos vemos mañana. 

3 comentarios:

  1. Dejar a alguien es muy dificil, la quieras mucho o no y te aprecie tanto o nada.

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  2. muy bonito lo que has escrito. Te felicito, de corazon.

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  3. ya esta bien....
    creo que hace unos meses estaba claro.
    Please no seas pesado.

    gracias

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