Miradas en un tren

Podría estar viajando en un tren de vida dispar, un autobús con paradas en mi imaginación, un vagón de metro que descarrila cada noche, un avión que surca las nubes o un cohete que me lleva a las estrellas...

Ella se atusa el pelo, inconsciente y centrada en el libro que tiene entre sus manos; Se distrae con facilidad y aunque ha recolocado mentalmente todo lo que le rodea, lo hace de forma tan disimulada que nadie diría que está más pendiente del entorno que de las letras de su libro;

Yo hago lo mismo. Con el libro y las gafas cualquiera diría que acabo de salir de la universidad... pero no, esos tiempos quedan lejanos y mi sabiduría se limita a los retos que la realidad me presenta.

Si fuera de noche y esto fuera un bar me acercaría; pero lo divertido de la monotonía es disfrutar de ese momento en el que quieres que tu mirada y la suya se crucen y ambos os sonrojéis y avergonzados disimuléis vuestra intención de jugar a enamoraros entre parada y parada.

Ella: desenfadada; con sus vaqueros ajustados, una chaqueta verde militar y unas converse blancas húmedas... ¿de dónde vendrá? quien sabe adonde se dirige... me hago tantas preguntas que es divertido que el libro que sostengo entre mis manos es, bastante, menos interesante que la historia que inconscientemente escribo en mi cabeza...

No tiene nombre, pero me encantaría llamarla; no sé donde va pero me gustaría acompañarla; aparte de lunar de su cuello y de lo tentador del título (la manzana de Adán) del libro que lee, no sé nada de ella; pero sé como huele, me gusta como viste y tiene una expresión risueña que, el simple hecho de mirarla me provoca una media sonrisa.

E imagino que su voz es aterciopelada, acorde con los restos de bostezo que aún quedan en su boca; Quiero creer que me encandilaría con su conversación... me gustan sus pequeños y brillantes pendientes y los colores de la bufanda que rodea su cuello denota que debe ser una chica divertida y también debe ser nerviosa porque tiene carcomidas sus uñas y es incapaz de mantener el culo pegado al asiento... tal vez porque se ha dado cuenta de que ya no me da vergüenza mirarla, quizá interprete mis señales o puede que tras ese aire desganado que transmite esconda la capacidad de leerte el pensamiento y este descojonándose por dentro de mi paja mental;

Me gustaría pensar que ella me ha descrito también, que en su cabeza soy una mezcla entre Clark Gable y Gary Grant, tengo una personalidad interesante y le encantan los pequeños detalles que su reconocimiento visual puede atribuirme.

Llega mi parada...

Ojalá coincida con la suya... agarro mi cartera, recoloco mi bufanda, cierro el libro, dejo caer los auriculares... es evidente que me bajo. Pero ella no se mueve aunque sigue observándome disimuladamente y me da la sensación de que se apena y baja la mirada como si quisiera que las huellas, que mis zapatos dejan, coincidieran con el camino que ella va a emprender;

Pero no; la molesta voz de la megafonía berrea a la vez que el tren se detiene; Lanzo mi mirada más seductora y hago un amago de saludo, ella me observa desde el reflejo del cristal, la puerta se cierra y yo estoy fuera...

Podía haber sido tan hermoso... quizá volvamos a coincidir o quizá no; da igual: fue bonito mientras duró... recordaré su peca y la manzana de Adán tentándome... nos ha pasado a todos, tantas veces...

¿qué esperabais? ja ja.

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