cambio de estación...

Ya oigo los ronquidos de los osos hibernando; mis pies han desecho unas cuantas hojas secas del suelo y mis sobrinas ya empiezan a perfilar su carta a los reyes.

Contradiciendo a los estadistas especuladores, mi balance veraniego ha sido más que positivo. Hubiera deseado no tener que dar por finalizado un periodo tan sumamente excitante y aunque he alargado, a más no poder, los días de manga corta, el viento del norte susurra en sus soplidos, que lo trascendente merece ser enfriado y que hay que hacer frente a la sequía para saber apreciar los meses calurosos.

Así que, ayer me compré una bolsa de garbanzos tostados y castañas pilongas y volví a oscurecer los tejidos de mi armario, purgué los radiadores de la calefacción, y cambié la hora adelantada de los relojes de la casa, asumiendo que las próximas dosis de calor provendrán de lo artificial de las bufandas, los guantes y los abrigos, de los recuerdos de un largo y pluscuamperfecto verano, de las relaciones a distancia y de la sutura del calefactor más efectivo: las ensoñaciones.

Un tocayo mío decía que "lo bueno del invierno es que no te deja llorar, porque el frío acaba siempre congelando tus lágrimas". Y he de reconocer que adoro el romanticismo navideño, la esperanza del cambio del año, esquiar cuando la economía y los buitres me lo permiten... me encanta la seriedad que le da a tu imagen un abrigo y catar diferentes vinos en los días helados. Adoro las respiraciones evaporadas y calentar mis manos en la parrilla de la sociedad, antes de saciar el típico hambre invernal con setas recién recolectadas, o verduras de temporada, o chuletas.... Y hacer regalos, y mirar por la ventana mientras estiro la manta de cuadros y elijo película para un domingo lluvioso.

No me puedo quejar. Mi catador de emociones ha aprendido a degustar, o más bien disfrutar, de la misma manera, lo dulce, lo salado y lo amargo. Supongo que el sol blanqueado del invierno tiene su gracia. Aunque mi Chrismas de este año debería obviar la nieve y limitarse a una frase: "ojalá que las emociones de este verano permanezcan vivas SIEMPRE".

Hoy tengo una mezcla de fondos: por un lado Wilco, que me deleitará esta noche en el Kursaal, y por otro la nostalgia de saber que un sucedáneo de Ramones se acerca a la colmena alicantina.

Salu2

y nos vemos mañana. 

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