Happy, happy;

Nacimos para ser felices, no para ser perfectos. Mientras más te hundes menos ganas tienes de que te rescaten, por éso hay que tener, siempre, en cuenta, los mecanismos que nos mantienen en la superficie. De pie.

No estamos enfermos, al menos no, mientras los placebos de lo humano nos trasladen del esperpento a la lírica que ha dejado de estar de moda. La insinuación de los feos tiende a pasar desapercibida ante los ojos de los narcisistas que tienen bastante con un espejo. Pero por suerte hay cielo, y un ejemplo nocturno diario en forma de luna que brilla , todos los días del año, aunque la soledad le amargue o los asteroides la amenacen. No está sola, porque mis neuronas pajeras la acompañan ahí arriba, desperdigadas como las estrellas fugaces y los rastros de humo de avión que transportan al cielo una parte impalpable de mi imaginación.

Y en ella viajan mis razones para sonreír: lo simple, lo profano, lo imposible y lo mundano. Todo revuelto, despellejando el tremendismo ajeno, estimulado por los restos de trino de pájaro que intuyo en las sonrisas de los amigos lejanos.

Veo tan claro el lado oscuro, que me ha empezado a gustar ésto de ser miope en un país de ciegos. Soy como el albañil que recostruye los pedazos rotos del palacio y humaniza recomendando que más que a amar, deberíamos aprender a sentir, más que prometer, deberíamos pensar lo que estamos dispuestos a cumplir, y más que desatender las penurias ajenas, deberíamos pensar por que no es más lógico abrir los brazos, que empujar.

El día que la educación sea más respetada que el dinero, seremos todos mucho más felices. Y os lo dice un educado realista que tiene la esperanza como rastro, la paciencia como bandera y el cuchillo y el tenedor preparado para comerse el mundo a bocados. Quizá empiece por China y termine con una tarta de pasado y un café descafeinado.

Yo no tengo "miedo al agua" como Havalina; 

Salu2

y nos vemos mañana. 

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