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Si te agrede, no te quiere...
Si te insulta, no te quiere..
Si te ridiculiza, no te quiere...
Si no te apoya, no te quiere...
Si critica tus ilusiones, no te quiere...
... Si te hace sufrir, no te quiere....
Si te controla, no te quiere...

¡Dejemos de pensar que el amor es sufrimiento!
Estoy decepcionado con una encuesta que he ojeado esta mañana, donde venían a decir que los jóvenes de este país no han aprendido que el amor es un complemento de tu felicidad y no una forma más de amargarte.
Este año llevamos 54 muertas por violencia de género, y éso sin contar las denuncias, las agresiones que no acaban en muerte, el miedo horrible que muchas pasan... El amor no es una forma de sometimiento,  ni una dedicación exclusiva, ni una esclavitud, ni una manera de completar el supuesto ciclo de la vida con el que desde bien pequeñitos nos taladran la cabeza. A los niños, más que de perdices deberíamos hablarles de respeto, de paridad, de divergencia lógica, de individualismo puesto al servicio de algo, supuestamente, mejor, de mínimos de convivencia, de educación y de otras cosas que los príncipes ocultan tras su azul oscuro. 
Yo no entiendo los gritos, las caras largas entre gente que, supuestamente, se quiere. No entiendo el conformismo de los que se sienten solos, ni a los que se encierran o renuncian a sus sueños por dos polvos mal echados. Me aburren los consejos y las críticas de los futuros divorciados. Pero lo que más me repugna es que alguien pierda su identidad y más que se escuden en su "relación" para hacerlo. 
Siempre me he preguntado si prefiero un alma gemela o un alma complementaria. Y la verdad, es que últimamente he comprobado que la felicidad real reside en  auxiliar las carencias, que tu individualismo no soporta, con la aportación de las personas a las que quieres y te quieren. La monogamia es un principio interesante cuando lo concibes como tu elección personal a la hora de compartir gran parte de ti con la persona que más te aporta (Siendo esa aportación recíproca, claro). Pero que sea el precursor de tus mejores momentos, no significa que debas renunciar a la aportación de amigos, familia, compañeros de viaje y desconocidos. Puedes compartir 1.000cosas con alguien, pero es imposible que todo se centre en éso, porque depender es correr el riesgo de morir socialmente y el egoísmo, aunque a muchos nos guste negarlo, es un definidor de personalidad demasiado extendido.
Si pensáramos en lo que nos hace feliz a nosotros, y no hiciéramos caso a los supuestos de los que nos rodean, seríamos tod@s más felices y, seguramente, nos ahorraríamos disgustos, muertes innecesarias y, sobre todo, tener que conocer a esa parte de nosotros que siendo objetivos odiaríamos. 
No perdamos la consciencia y respetémonos para que mañana podamos despertarnos, solos o acompañados, igual de felices que antes de ayer.
Salu2
y nos vemos mañana.

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