No al sexismo.

Asumo que no me jubilaré, al menos, hasta los 65años; Se me ha pasado un poco el calentón por la Ley Sinde y por el resto de las barrabasadas en forma de noticia que cada día llegan desde el parlamento. Sigo mosqueado con el mundo y me alientan las relativas señales de vida que llegan desde Egipto y Túnez; Se ve que todos los árabes no son pasotas y que tienen más conciencia democrática, o más ganas de luchar por sus derechos, que muchos de los que por aquí se pasan el día criticándolos. Estoy atento a las evoluciones del partido de David Ferrer (en el Open de Australia), esperando que Contador me convenza de su inocencia a eso de las 12 de la mañana y que a la hora de cenar España sea finalista del mundial de balonmano. Es lo que tienen los viernes, muchas cosas, casi ninguna podría cambiarte la vida, pero la predisposición al cambio es mucho mayor que la que puedas tener un aburrido lunes, o un intermedio miércoles; No debería ser así, pero bueno...

El caso es que ayer me divertí mucho escuchando un programa de la radio local. Siempre me ha parecido que la mejor manera de ser feminista es asumir la igualdad y centrar las críticas en las injusticias y diferencias que todavía quedan por ahí perdidas. A mí no hace falta que me convenzan, adoro a las mujeres porque tienen el don de despertar la parte de mí que los antiguos nunca mostraban por vergüenza... Pero no sé porqué, tengo la sensación que el objetivo de muchas feministas es demostrar que la mujer es un ser superior y tengo entendido, que el principal motivo de su protesta es, precisamente, acabar con la supuesta supremacía del macho. Por lo que la actitud me parece algo inconcluente, más que nada, porque parto de la base  de que las generalizaciones son odiosas y se recurre con demasiada facilidad a mitos que pasaron a la historia hace ya unos cuantos años.

Atrás quedaron los estereotipos de mujer objeto y macho ibérico; éso ya no se lleva. Las mujeres llevan pantalones, los hombres pendientes, la largura de los pelos de unos y otros se ha equilibrado, crece el número de adictos al quirófano, compartimos gustos, impresiones, formación, lugar de trabajo... y la ambigüedad está de moda, lo que demuestra, precisamente, que el hombre busca enseñar su lado femenino, y la mujer es mucho más hosca, libertina y desacomplejada que nunca.

Sigue habiendo reductos del pasado más troglodita; pero a estas alturas somos más los que nos abstraemos y nos avergonzamos de lo ocurrido que los que se empeñan en no renunciar a ese supuesto derecho que su virilidad le ha otorgado.

Está demostrado que no somos tan diferentes, que el grado de estupidez puede llegar a ser el mismo cuando creemos que somos mejores que aquel con el que compartimos nuestras vidas. Los hechos acaban demostrando que nos equivocamos; ; Lo importante debería ser aprender a pulir nuestros defectos y no amoldarnos a las circunstancias; A los tíos, fingir que somos simples nos ayuda a sobrellevar esos anuncios en los que parecemos gilipollas, esas series en las que, por ser políticamente correctos, el tonto es un tío y la que da lecciones la tía... no está mal; creo que hemos llegado a reírnos de nosotros mismos, o de lo que supuestamente transmite nuestra pasividad. No merece la pena enfadarse por algo que es Ficción, ni patalear porque ningunea al sexo masculino; quien lo hace es porque se siente identificado, lo que intrínsecamente le delata.

En la tertulia, las feministas basaban su argumentación en la generalización; las realistas (es mi forma de definirla), basaban su exposición en la igualdad a la que irreversiblemente nos encaminamos. Y era divertido, porque cuando no hay un hombre con el que meterse el argumento de las primeras se diluía ante las rápidas respuestas de las segundas.

El mundo es complejo no porque dé vueltas, sino porque nos acabamos  interesando, sólo, por la trayectoria real de ese giro: buscamos culpables, parámetros e incógnitas que no tienen ningún sentido.Al final, cada uno tiene su propia teoría, por lo que el conflicto es inevitable, y cuando esa "guerra" llega, lo único que nos interesa es que nos secunden; y es entonces cuando la generalización se exagera, cuando lo malo se convierte en peor y cuando nos obligamos a pensar y creer que lo nuestro es exclusivo y mucho mejor. Ahí está el error. La contertulia realista preguntaba: tú ¿haces la comida? la "feminista" decía que no estaba dispuesta a someterse; seguía preguntando: ¿tienes hobbies? claro, me encanta salir con mis amigas; ¿tu pareja lo respeta? claro, pero yo no tendría porque darle explicaciones... y así todo... critico al hombre, pero no puedo vivir sin estar ni meterme con él. No hay rey sin súbditos, ni convicciones sustentadas en determinadas incoherencias.

La conclusión es evidente, y no lo digo yo: No es que crean en la igualdad si no que pretenden cometer exactamente el mismo error que antaño, por miedo y por limitación, cometía el hombre. Somos diferentes, pero complementarios. Y a veces, por empecinarnos en demostrar que no somos como creen que somos o como deberíamos ser, acabamos renunciando a nuestra naturaleza o nuestra realidad.

Yo he aprendido a disfrutar cocinando, a asumir  las consecuencias de lo que ensucio o destrozo; tengo mi punto de engreído por lo que me gusta ir aseado, limpio y con la ropa con olor a suavizante y bien planchada; Me he acostumbrado a deshacer la cama cuando me acuesto, por eso me cuesta menos hacerla cuando me levanto; y así todo. No es mi deber, es mi convicción y lo hago porque me gusta que mi entorno esté a corde con lo que deseo. No por ser tío, ni tía, ni pamplinas; y como soy así, si tengo pareja con la que convivo, le exijo ese mínimo; nada más. Y eso es lo que hacían las chicas de la tertulia... si tienes que exigirle a tu pareja que haga determinadas cosas y te rebajas a gritarle o a reeducarle o como le quieras llamar... es que al final, te has equivocado en tu elección o no eres ni tan lista ni tan feminista como creías. Ahí acabó todo; la directora del programa no pudo evitar la carcajada, el tiempo se acabó y la música de fondo diluyó la discusión.

No sé; me he alargado e igual he dicho cosas que no venían a cuento; pero lo cierto es que éste es un tema que me saca de quicio. Me solidarizo con todas las que sufren las injusticias machistas, pero creo, como las contertulias de ayer, que la mejor manera de luchar por el feminismo es intentar que todo se normalice, que se hable de los temas realmente polémicos, o los que necesitan una solución real y disfrutar del grado de satisfacción que provoca compartir tus momentos con alguien igual que tú, sea o no del sexo contrario. Al fin y al cabo, éso es lo de menos.

Hoy os recomendaría una de Pimpinela. Pero como he oído que los Crystal Castles van a tocar en el BBK Live, creo que es una música mucho más adecuada con el finde que se avecina.

Salu2

y nos vemos mañana.

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