Love is in the air...

Me había propuesto callar hoy que se casa, por tercera vez, la duquesa de Alba. Más que nada para que no me pase como a Pablo Hasel y me corten las alas a base de palos y denuncias.

Pero, con el positivismo que me caracteriza últimamente, prefiero buscar el lado romántico de este espectáculo para viboritas e ilusionarme con mi idea de que, dinero al margen, el amor flota en el ambiente y no por tener 70años o porque te hayas estrellado 3 o 45 veces con la incomprensión de esos supuestos tan extendidos con el que los indignados del amor me han taladrado tantas veces la cabeza, hay que renunciar a la aportación vitamínica que proporciona amar.

Hacía mucho que no hablaba de monogamias por estos lares... supongo que todavía tengo ciertos reductos de decepción en las venas, o, a lo mejor es que estoy redefiniendo algunos conceptos que mi interpretador de señales había mal entendido. El caso es que me ha venido bien repartir mi sentimentalismo por jardines llenos de plantas dioicas, apartar el sexo y centrar el "enamoramiento" en gestos, muestras de afecto, cierta distancia, poemas y canciones variadas... y olvidarme de etiquetas, de supuestos, de intenciones, de promesas, de futuros, de la parte soez del sexo y de la amalgama de colores grises que ennegran, por desgracia, los cuentos de hadas.

Mi corazón está ocupado porque quiero a demasiada gente, a la mayoría más de lo que realmente merecen, pero me sobra respeto y conciencia para sobrelimitar mis ganas de entender el porqué de las cosas. La fórmula mágica que he descubierto en estos meses, es que tras las etiquetas no hay más que irrelevantes discrepancias, que hace mucho que los anillos brillan, y dicen, más bien, poco, que las palabras, sin hechos que las secunden, no tienen sentido, que, en general, cuando nos enamoramos nos convertimos en vendedores del humo que nosotros mismos hemos inhalado y que follar con much@s, no es más que una manera de demostrar tu insatisfación.

Soy feliz, porque he descubierto que cuando amo no necesito a cambio un compromiso, ni reciprocidad, ni un falso afecto exacerbado... basta con un mínimo de complicidad, o un plan compartido, o una muestra de educación, o un "te quiero" oculto tras un trago compartido de cubata... lo único que tengo claro es que no quiero a mi alrededor gente que no me quiera, o desilusionada y desilusionadora en la práctica, más que nada, porque  no quiero que ese pesimismo tan extendido vuelva a agasajarme.

Salu2

Y nos vemos mañana.

0 comentarios:

Publicar un comentario