Tengo un plan perfecto para este fin de semana: improvisar...
La realidad sigue rimando en asonante... mientras unos siguen comiendo caviar, hay otros que no tienen nada que llevarse a la boca. Lo ideal sería descongelar a Walt Disney y convertir su ilusión en bandera del mundo, quitarnos los vértigos, buscar la pastilla ideal que frene nuestras decepciones y ponernos a trepar atados con el arnés de la convicción.
La lógica de la crisis es aplastante para los seudoexpertos que tertulian a todas horas en la radio y la televisión. Pero, a mí, no me gustaría vestirme de luto en el entierro de la ironía y del humor negro. No entiendo porqué, pero nos pasamos media vida acordándonos de gente que no merece ocupar ni un centímetro de nuestra memoria. Y a lo mejor, va siendo hora de que las manzanas de la rutina se conviertan en placebos para esta enfermedad tan extendida: el pesimismo.
Al oscultar el futuro la gente, por desgracia, encuentra noes y oscuridad. Es verdad que no es el mejor momento para invertir en dichas, pero se necesita a la tristeza para saber qué es la felicidad y a la ausencia para valorar la presencia. Habría que canalizar la agresividad o transformarla en aventura trepidante o desencaminarse de la vía que desde "arriba" pretenden imponernos.
Mi vida, por suerte, es como ese momento en el que echas la Primitiva y sueñas con todas las cosas que harías con el botazo. Pero como nunca me toca nada, me limito a improvisar con lo que tengo y a disfrutar de todos los mortales que hacen que cada día haya un estreno de película en mi vida.
Salu2
y nos vemos mañana.
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