Viene bien desconectar de vez en cuando... y más cuando se acumulan las cosas malas o la rutina hace que el pesimismo se revalorice relativamente si no pones medios para reactivar tus carcajadas.
Hace meses decidí no volver a quejarme en público. El victimismo es un reconocimiento de tus carencias materiales o afectivas y llorar es la forma más estúpida que una persona, con medios para reaccionar, tiene de perder el tiempo. Quizá por éso opto por rentabilizar mis bienes sociales y buscar argumentos reales para una restructuración de aquello que se construyó sobre bases poco estables. Y si a todo ésto le añades una pizca de objetividad, es fácil que encuentres una salida a ese laberinto en el que, a veces, crees estar encerrado.
La vida es una guerra global en el que el individualismo no es más que un arma con el objetivo desviado. Y son muchos los que amenazan con balas de fogueo, disparan al aire o enloquecen inmersos en una batallita irreal, o sin sentido. Pero catalizar la ira o la desgana requiere un sobreesfuerzo que conlleva una dosis de paciencia que la mayoría, por desgracia, no tiene. Quizá, por éso, la gente tiende a exagerar las minucias, a sobreactuar, o a mostrar egoísmo subestimando argumentos ajenos. Supongo que, por éso, el nivel de felicidad ha decrecido tanto últimamente: valoramos demasiado las insatisfacciones, tenemos exigencias y deseos que se alejan de nuestro campo de alcance y subestimamos la ayuda real que nuestro cerebro y la constancia solidaria de quienes nos rodean puede otorgarnos.
Nadie nos dijo que la vida fuera a ser fácil, pero es evidente que vale la pena vivirla, siempre y cuando aprendamos a degustar el menú de gourmet que tenemos delante. Cada segundo es un cúmulo de hechos esclarecedores, pero si estamos distraídos es probable que lo insustancial y lo entristecedor se imponga a la parte buena que tiene la realidad.
Y éso, evidentemente, es horrible...
Por suerte, gente como Xoel piensa como yo...
Salu2
y nos vemos.
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