Tengo el blogg abandonado...
Esta mañana tenía más mono de guitarra que de teclado de ordenador. A mano, sólo tenía la vieja española fácilmente desafinable que sustituyó a la acústica de los trastes difusos que un día me quitó su dueño.
El caso es que mi cerebro almacenaba desordenadamente un sinfín de sentimientos, recuerdos, peripecias y criptografías por reanalizar. Mi subconsciente es un vago (pasa de comunicarse conmigo a través de las imágenes de los sueños) y un cabrón, no entiende de obligaciones, ni horarios y se limita a abastecerse de inspiración que suelta en el momento menos esperado (o indicado). Así tengo los cuadernos llenos de incoherencias, la guitarra, el piano o el móvil siempre a mano... no sé. Él cree que es la cabeza pensante del artista, pero no hay arte sin aptitudes recicladoras, sin evocaciones, sin determinación, sin calma y prisas conjugadas, sin matices...
Y la subjetividad a interpretar, las señales, las luciérnagas, los murciélagos, las ratas y las mariposas. Incluso el humor en el culo ese que a nadie le gusta, y la ironía, y los negros tonos del pastel sin edulcorante, y el hilo, y la sintonía, y el cauce, y el desborde, y el vacío, y la carcajada contenida, y la mitad descompuesta de las lágrimas que no dejamos caer... en definitiva: Todo. Tantos sentidos como te queden y tanta seda como puedas transformar en infinitivo y buscar su antónimo.
Escribir es como plantar un pino, cantar como destensar todo tu interior, improvisar es lo más parecido a un sueño deshidratado que puedes encontrar, lo más abstracto puede partir de lo más simple y lo cotidiano puede parecer subrealista.
shhhhhh, el farero escribe...
shhhhhhh, el músico mediocre compone...
shhhhhhh, el hemisferio norte se coordina con el sur...
shhhhhh, el subconsciente está expresando...
El resultado: una crisálida en forma de canción. Y una conclusión: el arte es tan simple como el amor: sólo hay que saber buscar el siguiente matiz.
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