adicción...

Como se me ha olvidado la recomendación musical de hoy y acabo de tener una divertida conversación de messenger, (no voy a decir con quien)... sigo escribiendo;

He hablado de tribus... pues os voy a hablar de la jefa de uno de mis clanes; un club privado al que sólo teníamos acceso los que estábamos dispuestos a perder nuestra vida por una causa que considerábamos justa. Radicales creyentes de una felicidad que nunca llegó, pero se parecía tanto... que daba hasta miedo.

Un futuro yonqui, tras su primer buco, lloraba... le pregunté: ¿qué te pasa? y me contestó que lo que acababa de hacer le había gustado tanto, que aún sabiendo que es malo, intuyendo toda la desgracia que le iba a suponer a él y a todos los que le rodeaban... no iba a poder dejar de hacerlo (evidentemente, la primera persona en la que me expreso, es para darle un punto de realidad a la historia).

La mayoría no sabeis lo que es el convencimiento. Mirar a alguien y saber que todo lo demás no importa, que te traten como te traten, seguirás ahí, dándolo todo, muriendo si es necesario, consciente de que no eres consciente, dejándote llevar, como si la corriente te llevara hacia un remolino que, a pesar de todo, sabiendo que corres el peligro de no volver... no te da miedo.

Mi buco fue más adictivo que la heroína. Las sensaciones tan fuertes que de nada valía pensar, ni convencerte... las dosis eran tan necesarias, que no importaban las heridas que cada pinchazo te provocaban, ni la negatividad, ni el descubrir que tu vida había pasado a un segundo, tercero o decimoquinto plano. La sensación de felicidad era tal, que el valor de todo lo demás resultaba insípido e intrascendente. Era un esclavo consciente, deseoso de servir, renunciando a todo tipo de libertades, deseos, sensaciones... era feliz, o eso, al menos, me gustaba creer.

Pero lo que yo consideraba imprescindible, resultó no necesitarme a mí. El todo se convirtió en una nube de egoísmo que recurría a mí, sólo para sentirse mejor, o para aclarar el color negro de sus particulares malos momentos. Mi premio: sentirme peor; la desesperación que lleva a un yonqui a robar, a descuidar su imagen, a primar el buco, por encima de su estabilidad (física y mental), a aparcar todo lo demás;

Mi metadona, fueron los restos de su infelicidad. Las llamadas de socorro, la psicología encubierta, el mono que define tus urgencias y tus prioridades... mi premio: seguir sintiéndome mal; el suyo, saberse poseedora de un esclavo eterno al que mangonear a su antojo.

Sí, yo también hice terapia; tuve que tragarme el orgullo, y delante de desconocidos, levantarme y decir eso de: Soy Jonn, y estoy enamorado; como un alcohólico que reconoce su adicción; como el violador arrepentido, o un cleptómano que trata de resistir la tentación...

Pertenecí a la estirpe más baja de los abandonados; Creer me costó dos años de mi vida.

Yo reconozco mi culpa. Pero mi adicción, como una bolsa de heroína, una botella o una máquina tragaperras, no tiene voz. Ni se disculpa, ni siente remordimientos, ni le duele,ni padece... sólo calla. Y eso duele aún más que todo lo mal que haya podido haberte hecho sentir.

Es irónico, pero todavía hoy, parece que le debo la vida, y se indigna si cree que me niego a recaer, si piensa que la ignoro, si se siente abandonada... no sabe lo que cuesta tener la sensación que mi "amigo" el yonqui tenía; renunciar a ese placer momentáneo y efímero, estar dispuesto a morir por algo, y a robar, y a exigir, y a delinquir las veces que haga falta...

Elegí la peor de las drogas; la peor de las adicciones; la más tentadora; la que más placer y más dolor provoca; la que permanece aferrada a cada rincón de tu cuerpo, la que te engancha más allá de los años y las cosas que te pasen;

Ahora, el tiempo y la distancia, me han dado la perspectiva necesaria para saber que ni era para tanto, ni merecía tanto la pena. o no... eso es lo malo, que en el fondo, sigo dudando, buscando mi inconsciente dosis de felicidad encubierta...

Sigo teniendo la tentación de recaer, y a la vez el miedo a hacerlo, y el recuerdo de todo lo bueno que tenía sentirme como me sentía, la certeza que los videntes respaldan... y la indiferencia, o el seguir siendo adicto, como todos los exconsumidores de algo. Pero ser inerte, e insensible, y egoísta... hace que no importe. No, ya no es necesario, y aunque sea placentero, esa sensación es tan efímera que no merece la pena.

Por eso, agradezco la paciencia y la comprensión de quien no me exige dependencias, ni locuras exageradas, ni me hace sentir mal, ni me mata un poco más cada día. Y consecuentemente, me hace ser un poco más feliz sin pedir nada a cambio. A ese clan si que quiero pertenecer. Hoy y siempre. De ahí que antes hablara de etiquetas, y me hiciera tanta gracia hacerlo. Porque enamorado resultó ser sinónimo de adicto, el amor una forma de odiar con buenas intenciones y palabras, y eternidad una cantidad preestablecida de minutos. Por eso, es mejor, dejarse llevar, ver que pasa, y si hay que etiquetar, hacerlo con la perspectiva y el ojo que cuando creemos sentir algo, no tenemos.

Lo divertido de las conversaciones de messenger es que siempre acaban con... luego vuelvo y seguimos hablando; pero nunca vuelve... como los sentimientos que ya no tienes. Porque, ya lo dijo un sabio: segundas partes nunca fueron buenas.

A mí, para no olvidar el pasado, me gusta tirar de poesía; ahora, hablo de adicciones terminadas, pero hubo un tiempo en el que creía estar completamente satisfecho... curiosa la visión del presente, vista desde un futuro no muy lejano:

Adicción. (by el Jonn adolescente...)

Tras el canto de las sirenas,
la exaltación del afecto.
Tus besos de heroína
inmunizan mis nervios;
y extasiado por el placer,
la adicción, sólo puede crecer.

Los astros
se vuelven incoloros
en las noches de brujas.
Y tú, perfumada,
envenenas mi manzana
con tu primavera soñolienta.

Fuera de órbita,
nuestro campo magnético
intensifica la atracción
de tu perfección
en consonancia
con mi ansia de calor.

Descargada la energía
de tu fuente,
me desbordan
los sentimientos:
servidos, de momento...
esperando otro... más...

Hasta que vuelve
el canto de las sirenas
y desatado espero, de nuevo,
ser dominado,
sometido,
azotado...

Otro chute
de deseo;
se inmunizan
mis nervios y temores.
La adicción:
sigue creciendo.

Fin

Qué sabio era mi subconsciente...

Y nada más por hoy;

Mi recomendación, la pone el hilo musical... Jarabe de palo. No es el grupo que más me gusta, pero hoy que el amor parece no existir... se valoran las cosas con la realidad que se merece la situación. Recuerdo que, al principio, cuando el mono te lleva a cometer tantas estupideces hubiera recurrido a una canción que se llama: agua (creo), ya sabéis, la de: como quieres ser mi amiga si por ti daría mi vida. Pero yo prefiero: "grita". O como dice su letra: si no te escucho... te tiendo la mano pero tú puedes agarrarme todo el brazo, y si quieres más... grita;

Uno no debe ser rencoroso, y haya pasado lo que haya pasado, debo ser consecuente con lo que decidí querer; y sea más o menos recíproco ese cariño (o adicción, ja ja); y aunque es posible que me equivocara... sigo disponible, para ser un amigo, un psicólogo, una parte de nuestra particular tribu...pero, nada más.

Salu2
y Mañana nos vemos.

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