Queridos progenitores:

Este año podría haberme gastado los cuatro duros que quedan en mi cuenta corriente en alguna baratija, o podía haber comprado un par de billetes de loterías para buscar, en la magia de este día, el azar que tantas veces nos ha dado la espalda. Pero esta vez he preferido regalaros dos cosas que económicamnete valen más bien poco, pero que tiene un valor sentimental, al menos para mí, incalculable:

La primera es daros las GRACIAS, que es algo que siempre se me olvida deciros, y no porque no sea educado (que gracias a vosotr@s lo soy un rato), sino porque a veces parece que doy por sentado que estáis obligados a darme todo ésto que tanto valoro, que me habéis hecho creer que no hace falta darlas, pero en el fondo sé que detrás de todo lo bueno que me pase está la paciencia que habéis tenido conmigo y la confianza que, muchas veces sin merecerla, habéis depositado en mí.

Y la segunda, y no por repetida menos cierta, es que: OS QUIERO. Y no porque seáis mis padres, que también, sino porque si el azar o la biología no me hubiera puesto en vuestras manos aquel 2 de julio de 1981, no sé que hubiera sido de mí. Con vosotros he aprendido la importancia de ser hijo de quien soy, el orgullo de ser hermano de mis hermanos, presumido tío , sobrino, primo... en definitiva, persona. Que en los tiempos que corren es un auténtico placer poder sentir la importancia de sentirme así y lo que se pierden los que no tienen la suerte que yo tengo.

Es verdad que no somos perfectos, ni estamos forrados, ni necesitamos besos, ni muestras excesivas de afecto, para que los demás sepan el aprecio que nos tenemos. Y aunque seguramente en muchos salones habrá más paquetes envueltos y sonrisas efímeras, y falsedades disfrazadas de materialismo... yo no necesito regalos, porque no hay mayor tesoro que amar y ser amado. Soy feliz porque tengo a mi lado lo único que considero necesario: vosotros.

Gracias...

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