Bohemio cerebelo.

Después de volver a ver "Malditos bastardos", la sensatez vuelve a su lugar habitual, no sin antes hacer un amago de violentarse por alguna estupidez de esas que se acumulan en el tintero de las horas muertas. Supongo que la vorágine navideña se sobrelleva mejor con unos gramos de la paciencia que, por desgracia, no venden en ningún lado y seguro que las nubes negras forman parte del atrezzo ideal de esta época enrarecida.

Como decía un buen amigo mío: "si quieres sol, más vale que sepas, al menos, dibujar círculos". Yo le solía responder que si las gallinas, siendo tan pequeñas, son capaces de calentar un huevo, nuestro cuerpo debe tener una capacidad de "hervirse" acorde con nuestra necesidad de supervivencia. Y con el corazón como generador y las venas como eficientes distribuidoras, no es difícil creer que la respuesta intrínseca  podría estar en alguna de las 3 canciones que el año nuevo me ha regalado a mi inspiración. 

Por una vez, siento una relativa armonía entre el bombeador de sangre, el oxigenador del todo y el cerebro. Y no es que la confusión haya desaparecido, sino, más bien, me preocupa menos, o le doy a las perturbaciones la importancia que realmente tienen: ninguna. Mis neuronas se marearon muchas veces dándoles vueltas a las nimiedades y, seguramente, ninguna de esas carcomidas de cabeza mereció la pena.

Así que aunque mi reflexión ininterrumpida continúe, se centra básicamente en evolucionar o, más bien, en tratar de encontrar cosas y gentes que mejoren lo que ya, por suerte, tengo. Lo demás, formará parte de mi amplia lista de superfluos.

Voy a escribir mi carta a los reyes magos, a ver si este año hay más suerte...


Salu2

y nos vemos mañana.

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