Un traficante de orgasmos se ha ofrecido a robarte el corazón ¿te fiarías? Puede que siendo consciente de la duración que va a tener lo idílico y bueno todos aceptáramos, pero a la larga acabaríamos decepcionados por la desilusión derivada de creer que tenemos la potestad de cambiar las cosas con la simple aportación de nuestra estupidez cambiante.
Por suerte, no hay receta de vida que nos valga a todos. Y los días malos tienen una duración determinada y se van quedando atrás en el calendario. Como sazonar el futuro es cosa nuestra: unos optarán por la sal, otros por la pimienta y otros improvisarán con el picante y las especias más exóticas.
Y al final, es más que probable que acabemos quedándonos con el sabor más impactante, sea bueno o malo, haya significado más o menos, o nos haya acabado deparando más o menos dolor (o placer).
Está de moda juzgar sin pensar, pero el juicio real llega cuando valoramos los pros y los contras de todo lo sucedido y nos damos cuenta de lo que nos han aportado los hechos, lo que hemos perdido en el camino, lo que nos ha llegado a divertir, a pesar de los disgustos, y, sobre todo, cuando somos capaces de destrivializar la objetividad limitándola exclusivamente al poso que ha dejado en nuestros paladares.
Cuestión de psicología... unos de niños persiguen un balón, otros acunan muñequitos regordetes, otros saltan a la comba entrenádose para lo que les espera, otros prefieren los juegos virtuales.. yo, como ahora, dibujaba en mi imaginación lo que deseaba e, igual que ahora, unas cosas se cumplen y otras no. Pero no por "fracasar" soy menos feliz, no porque algo salga mal lo menosprecio ignorando el placer que me ha generado en determinados momentos y, tampoco, porque haya salido bien, doy por sentado que será así durante toda mi vida: por lo que intento degustarlo mientras sabe a lo que quiero que sepa, para que si algún día su sabor se desgasta haya una parcela en mi memoria otorgándole el sabor que en algún momento tuvo y que tanto me gustaba.
En definitiva, todo tiene una especia con la que asociarlo, un detalle, un olor, una sintonía, un sabor... o si lo preferís: un recuerdo. Y no soy yo quien va a resetear mi cabeza. Porque las evocaciones, buenas o malas son las que han creado, o más bien me han ido transformando hasta llegar a, lo que soy.
Salu2
y nos vemos mañana.







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