El tremendismo es un papel que me viene como anillo al dedo, pero supongo que acostumbrarte a ser feliz es tan complicado como acostumbrarse a todo lo contrario. Lo mejor, es que no me apetece perder esta sensación. Lo malo de lo bueno es que temes perderlo, por eso, efímero o no, tratas de degustarlo, intentas mantenerlo y quizá por eso, lo acabes viviendo tan intensamente.
El fin de semana está siendo entretenido. La estupenda cena del viernes fue mejor de lo esperado: crepe de Vieiras, Huevos rotos con setas, rape y unas carrilleras que se derretían en la boca; de postre una selección de postres variados, un mojito, café solo y un cubata de Santa Teresa... exquisito; no os voy a decir lo que pagamos porque sería de mala educación. Pero una vez al año no hace daño;
Después hubo salida nocturna: dosis de monotonía en el bar de siempre y cubatas, muchos cubatas. Tantos que acabé haciendo calvos en mitad de un bar. Por suerte el único antro que suele estar abierto esta vez estaba cerrado, y mejor, teniendo en cuenta la gentuza que había en la puerta.
El sábado fue más relajado. Mañana casera, un poco de arroz con salchichas y huevo para comer y partidito de fútbol con postpartido de cañas y tapitas variadas. Esta vez perdimos, pero el resultado creo que cada vez importa menos.
Después un poco de guitarra, fútbol televisado y a la cama.
Empiezo a acostumbrarme a no tener clavo los sábados. Y lo cierto es que es una buena sensación. Y más cuando estando tan despejado puedes elegir entre darte una vuelta, salir a echarte unos marianitos, o lo que sea.
Y nada: Matinal de Nick Cave antes de salir a tomar algo...
Salu2
Y nos vemos mañana.
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