Tertulias

Se me han quitado las ganas de poner la radio, de ver los programas de debates, de leer los artículos de opinión... ¡qué pesados!

Siempre es lo mismo: Macroeconomía, parcialidad imposible de ocultar, falta de objetividad y una conclusión: La culpa de todo la tiene Yoko Ono, o en su defecto, el partido al que yo no pertenezco o al que nunca votaría. Ya ni siquiera admiten llamadas de oyentes, ni opiniones políticamente incorrectas; Si se habla del precio del tabaco llevan al jefe de la tabacalera, pero no al fumador habitual; si hablan de economía, aparece Rato o el presidente de algún banco, pero no un ciudadano de a pie con dificultades de llegar a fin de mes. Si se habla de política debes tener claro la emisora que estás sintonizando; no es lo mismo escuchar debatientes de Intereconomía o de la Cope, que tertulianos de la Ser o de la sexta. Y no lo entiendo, porque si se trata de debatir, el grito no tiene trascendencia y sin datos, tu argumento debería ser aplacado por la supuesta inteligencia de quienes comparten mesa con el "equivocado" de turno; pero no... la razón se mide en cantidad de insultos, en el número de pensamientos similares y en buscar una cabeza de turco a la que acallar con un bombardeo de insensateces varias muy poco contrastadas.

Hace poco, un periodista deportivo inglés (Sid Lowe) twiteaba: "Vamos camino a un desastre... el nivel de crispación, paranoia, miopía, odio, hipocresía me parece peligroso..." él, evidentemente, hablaba de fútbol. Pero esta afirmación es trasladable a todos los aspectos de la vida.

Tenemos que cambiar el chip y empezar a pensar por nosotros mismos. Contextualizar todo lo que ocurre a nuestro alrededor y hacer una valoración lo más lógica posible de lo sucedido. Quejarnos es contraproducente si somos incapaces de buscar soluciones a lo que nos ha abocado al "fracaso".

Se da por sentado que el ciudadano es inútil o gilipollas, y que los únicos capaces de sacarnos de la crisis son, precisamente, los que nos metieron en ella. Vale más la supuesta objetividad de un periodista, o la visión de un historiador, o las cábalas de un economista que la precariedad de un parado o el cabreo de un huelguista que se queda sin 100€ mientras el sindicato al que representa se ríe de él a la puta cara. Todos tenemos miedo al hastío de los empresarios, a la competencia de las nuevas economías del Este, a la consistencia de China (ante la que incluso Obama se postra acojonado), a decir que es injusto que los expresidentes Aznar y Felipe cobren una pensión como exjefes de gobierno, teniendo otro trabajo bien remunerado, mientras otros se mueren de hambre o se desesperan porque no hay curro  o porque apenas tienen 400€ para malvivir.

Es injusto, pero eso no vende y no es tema de debate; ni requiere la discusión entre los que, supuestamente,  son la voz de la realidad de éste país. Y pensar que un director de periódico sabe más que un becario es mucho suponer. O creer que el diablo sabe más por viejo que por diablo... lo mismo. No por ser jóvenes somos gilipollas y si realmente sabemos menos, sería conveniente que alguien nos dijera porqué, más que nada, porque el futuro es nuestro y, visto lo visto, no vamos a tener mucha oportunidad de enseñar lo que sabemos, o más bien, como siempre, no nos van a dejar. Así que una de dos: o callamos y seguimos dejando que piensen que somos pasivos sin ideas amoldables a los dictámenes de los que supuestamente saben, o boicoteamos tertulias y ponemos voz a todo eso que pasa desapercibido para los "grandes" partidos, "grandes" medios de comunicación, "grandes" economistas, "grandes" bancos, "grandes" empresarios... que nos han dejado esta "gran" crisis con el culo al aire.




Salu2

y nos vemos mañana

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