Los novios de la tarta.

Ayer estuve viendo "la casa del lago" y reafirmé que hay una parte de mí excesivamente sensibilizada con todo lo que me rodea. Supongo que, la última chica que quise querer, tenía razón cuando decía que estaba algo necesitado de afecto. Aunque veo, también, que todos tenemos esa carencia que nuestra aparente fortaleza se empeña en disimular.

Aceptar que podría vivir sin ello es una cosa, pero yo no engaño a nadie y me gusta pensar que mi exceso de preocupación por tod@s l@s que me importan se ve correspondido aunque sólo sea de vez en cuando. Intuyo que los enamoradizos tienden a ser egoístas. Quizá por éso me encuentro en mitad de las dos tendencias: la que, guiada por el pasteleo del romanticismo se pasa la vida buscando imposibles (incluso después de haberlos encontrado) y los que ya no creen en nada  porque, supuestamente ya lo han vivido, o porque no están dispuestos a volver a desencantarse otra vez.

Desencantarse dicen... ja ja. Yo me he especializado en reconstruír corazones. Pero en el camino creo que se me olvidó empezar con el mío. Quizá por éso me da tanta pereza hablar de monogamias, trivializar con el amor, o socarrar el arroz de todas las "bodas" que he imaginado o vivido. Y mientras más claro tengo algo, más me alejo, o más insensatamente sociólogo me vuelvo. Y éso que me he cansado de pruebas, de palabrerías, de poesías ambiguas y de futuros de plastilina.

Todo es tan subjetivo y tan dado a torcerse por minucias que desconfiamos, incluso, de lo que tiene buena pinta. Soy muy dado a las locuras y a hacer de los imposibles un ratio de ese equilibrismo placentero que soy el único que concibe como duradero. Y, menos mal, que no hago planes de boda, ni discuto el donde ni el cuando, ni hablo de descendencias o gustos que evidentemente, normalmente, no compartiríamos.

Como no soy nadie para cambiar a nadie, nadie tendrá la potestad de cambiarme más allá de esas partes debatibles que tengo menos claras. Quizá por éso, la soledad que desnivela mi balanza, se convierte en convincente argumento cuando la pena se apodera de mí al ver como se gastan los amores de mi alrededor sin haber sido usados lo suficiente.

No hay mejor escusa que la inseguridad para dejar de lado posibilidades, o para embarcarse en un viaje psicotrópico por el cansino mundo de los celos. Mientras más aceleras las cosas, menos las degustas e inmerso en la vorágine de las prisas, la claridad se desvanece y se pierde la esperanza, y el romanticismo, y las ganas de aplacar la soledad.

Pero estoy cansado. Y la verdad, no me importaría tener un buzón que me comunicara con la mujer de mi vida para decirle que : empiezo a estar cansado de esperar y de la parte mala de la soledad, y de imaginar, y de creer, y de encontrarme con tanta gente desilusionada, y de las flechas de todo a cien de Cupido, y de las regaderas que muchos tienen por cerebro, y de las insinuaciones a medias, y de las mentiras que tan fácil se venden... lo veo tan claro y tan simple, que me cuesta ver que los demás le encuentren a todo ésto más pegas y estupideces que el placer real que debería generar.

¡qué le vamos a hacer! supongo que , al final, ser diferente no es tan guay como nos empeñamos en creer...


Salu2

y nos vemos mañana.

1 comentarios:

  1. Madre mía...cada día me gusta más como explicas las sensaciones que a veces uno puede llegar a tener en esta vida!! genial post!! ;P

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