En realidad, debería ser la versión 4.0, pero, por desgracia, me perdí las otras dos...
Siempre es un placer acudir a un restaurante con un gusto tan exquisitamente escogido como el Aiala de Zarautz. Y más si se adelantan las navidades y cambiamos las luces horteras del chino por unas velas sin fuego para iluminar tenuemente la sobria decoración del imponente local. Fue fácil pasar del frío del exterior al sutil calor que da rodearse de 250invitados; nos permitimos el lujo de desatarnos la corbata, maquillar nuestras rarezas y cambiamos el agua por el champagne, para brindar por un buen año (en todos los sentidos).
Rectificar es de sabios, dicen. O, a lo mejor, es que todo depende, básicamente, de la forma que uno tiene de ver las cosas. La perspectiva, por suerte, cambia dependiendo del punto desde el que miremos el objeto que pretendemos analizar. Podemos verborrear y ser poco objetivos trivializando sobre el clasismo, las diferencias o el cinismo que deriva de la intransigencia de los "chinados". O podemos ver la cantidad de puntos en común que los "diferentes", también, tenemos. Y como últimamente, el positivismo es una constante en mi vida, opto por lo segundo y me quedo con la buena causa que allí nos reunió.
Sigo pensando muchas de las cosas que escribí en aquella "polémica" primera alusión a la Kongojaia. Pero, este año sí que vi el vídeo en el que explicaban lo que habían hecho con los 10.000€ que consiguieron recaudar el año pasado. Vi las caras y los agradecimientos de los congoleños, la parte solidaria de toda esta "parafernalia", el esfuerzo que supone, para muchos, llevar a cabo esa teoría de que, como yo siempre he pensado partiendo del proverbio chino: Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enseñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida.", no hay mejor ayuda que culturizar al que no tiene medios para aprender, porque es más fácil esperanzarse y luchar por el desarrollo de tu entorno que buscar las falsas utopías que viajan en las pateras.
Y visto así, fue mucho más fácil degustar la sangría, los rollitos de salmón, las mini hamburguesas de txangurro, las croquetas y todos los demás placenteros bocados que iban saliendo de la cocina. Gozar con la diplomacia decreciente (a medida que se vaciaban las copas de vino) de las conversaciones, las novedades, los debates, las insinuantes miradas, las rifas (amañadas, ja ja) y, sobre todo, la desclavada de la espina que siempre había tenido con Dj Makala, que hasta el sábado me parecía un pesado, pero con el listón que ponen los bares pachangueros, su selección musical fue un complemento ideal al buen rollo generalizado.
El resto os lo podéis imaginar: reencuentros con viejos amigos, sutil ironía, cierta fantasía bañada en alcohol, una impresionante fuente de chocolate y unos cuantos sueños volando a la altura de los globos de helio de la fiesta.
Dj Salda, al que echábamos de menos desde que cerró en Ihintza, y unos mojitos pusieron la guinda a una bonita noche de diciembre...
Lo peor... la kongoresaka del domingo;
Salu2
y nos vemos mañana.







Qué políticamente correcto te has vuelto, de repente
ResponderEliminarAsier A.