Los lisiados existenciales usamos muletas metafísicas...
A veces pienso que en vez de corazón tengo un gran agujero negro. Pero luego descubro los alardes enfáticos de alguien que me adula o me complace circunstancialmente sin pedir nada a cambio y recuerdo aquella peli de Kevin Spacey y el niño del sexto sentido en la que uno devolvía el favor que le habían hecho formando una cadena altruista en la que, por una cosa o por otra, todos acababan "ganando".
Seguramente, en ocasiones, la ficción nos engaña y nuestras creencias, obsesiones o insensateces hacen el resto. Tener fe nunca está de más, entre otras cosas porque la vida, en si, es un interrogante complejo y encontrar respuestas, o despejar incógnitas, es una tarea que se complica a medida que la información nos colapsa y nos damos cuenta de que la inocencia (que tan feliz nos hacía) ha dado paso a una lucha interna gestionada por el karma o el destino, por nuestros actos, por nuestras compañías, por los temores que autofabricamos y los placeres y recompensas a las que, evidentemente, aspiramos.
Abstraccionarlo todo o tener un mecanismo amnésico que obviara las malas experiencias podría ser una opción. Pero no creo que sin negatividad o sin una oscuridad circunstancial, apreciáramos la luz de la manera que ahora la valoramos. El mejor cicatrizante para los cerebros fisurados es pensar: íntimamente con nuestro yo interior, o dogmáticamente en una acalorada discusión. Pero pensar, al fin y al cabo, que es lo que, por desgracia, muchos no hacen.
Soy propenso a la fascinación y éso, en ocasiones, puede hacerme obviar los matices semiperfectos que a veces pasan desapercibidos ante mí. Pero como no creo en la totalidad, tengo mi propia ética y la solemnidad me parece innecesaria. Dejemos el protocolo para los que mañana tienen boda. Los demás, deberíamos elegir el peor de nuestros yos, caricaturizarlo o volverlo sumamente elemental y aprovechar el viernes para inventar un cuento en el que las princesas y los príncipes no tengan ningún protagonismo.
Pensar es la mejor manera de resistir.
Ayer olvidé recomendaros "el museo de la inocencia" de Orhan Pamuk; gran libro. Y para grandes: Neuman; un grupo murciano, más que interesante.
Salu2
y nos vemos mañana.







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