Interesantísimo fin de semana...
Volví a la escuela de la vida, con mis zapatos nuevos y mi zurrón vacío para llenarlo de parte de lo que me rodea y aprender un poco de todo éso que, a veces, pasa tan desapercibido y es tan importante o más que la filosofía y la teoría básica de la sabiduría popular.
Por mucho que creamos que nuestros ejemplos a seguir tienen que ser triunfadores, nuestro objetivo: la perfección y la riqueza, y nuestra razón de vida: llamar la atención, hay veces que mantenerse al margen o en un segundo plano te hace recuperar la perspectiva y retirar los restos de piedras del camino hacia la exigencia que desde bien pequeñitos nos obligan a seguir.
Todo empezó con un cambio de papeles: pongamos que el borracho se convierte en abstemio, el ligón da rienda suelta a su homosexualidad, el fricki se pone unas gafapastas y una corbata, el conductor se emborracha, el crítico se expone a los gustos de los demás, el casado se queda sólo en casa, el padre llora y el impoluto expediente se mancha de desenfreno.
De repente el local habitual se convierte en escenario y el drama es una comedia. Aparcas tus sueños en el parking más cercano, sacas tu butaca y te conviertes en espectador: sólo mirar: ni tocar, ni aplaudir, ni llorar, ni reir.
Y los actores, con su antítesis como papel a representar. Suena la lacrimosa de Mozart, la luz tenue... y podrías fotografiar los rincones que tu memoria hace tiempo que reveló;
En el primer capítulo uno de los coprotagonistas se esconde. Se avergüenza de que sepamos que sigue cometiendo el mismo error de siempre: no lo puede evitar. Pero en lugar de reconocerlo prefiere dar pena, pero hace tiempo que a los observadores se nos quitaron las ganas de llorar.
Para compensar: alcohol; su mirada encendida da a entender que se follaría cualquier esperpento que pasase por delante, pero por otra parte es vergonzoso por naturaleza y los últimos acontecimientos han mermado su confianza. Si no fuera tan orgulloso le recomendaría un psicólogo, pero los hombres no lloran y claro, es evidente que nadie cree que está loco: la culpa es de los demás, supongo.
Si giras la silla encuentras otra despechada: me admira y querría follarme para desquitarse; no porque sea yo, sino porque, simplemente, estoy ahí. Pero en lugar de éso, gestualiza y trata de ser simpática, pero hace tiempo que sabe que no pillamos sus chistes por lo que opta por bajar las orejas y esperar a que la rutina le brinde la oportunidad de redimirse.
El tercer personaje es una estrella apagada; un día brilló más de lo que, posiblemente, yo deslumbraré a nadie nunca. Pero la realidad volvió a posarle entre la multitud y ahora se limita a sobrevivir representando un papel de incomprendido que olvida cuando la cerveza hace que se seden sus cuerdas bocales y empujen los restos que siempre se quedan en la punta de la lengua. Amarga saliva, beso reconfortante, mala justificación.
Y consiguiente cansancio...
A la mañana los exgolfos se convierten en padres responsables. Me gusta hablar con los niños sobre la verdad inconsciente que siempre gritan. Y puestos a aprender, los párvulos son una fuente de inspiración más coherente y efectiva que muchos adultos. Supongo que desconocer el miedo ayuda, lo mismo que estar abierto a cualquier cosa o tener un cerebro sin resetear. ¡quién tuviera 3 o 4 años!
Para compensar: la sabiduría implícita en el 19. 7/6; Tras la ebullición, el agua puede llegar a convertirse en estalactita y, congelado, el juicio es mucho más uniforme. El algodón no engaña y aunque a muchos les amarguen: las arrugas y las cicatrices dan sentido a nuestra existencia y si los que los griegos considerarían ya sabios, creen que hay esperanza: es mejor no dudar y confiar en que tras esa capa negra acumulada hay, al menos, una posibilidad. Creo que es lo que muchos llamarían: ejemplo a seguir, pero siendo simple espectador no soy yo quien debe juzgar o etiquetar.
Otra valiosa lección;
Tanta ficción no es buena y, por eso, volví a la realidad por un par de horas. Suficientes para una discusión de besugos (de la que también me mantuve al margen), una lección sobre las consecuencias que tiene menospreciar a quien no debes, otra sobre el regusto amargo de la derrota y otra, la más importante, sobre modestia y limitación de responsabilidades. Una dosis de ego, dos conversaciones vanales y vuelta al teatro.
La función del sábado la protagonizaba Morfeo... y su ausencia. El aprendizaje requiere siempre un periodo de reflexión por lo que la obra se convirtió en monólogo interior. Y tras el mareo impertinente que dejan siempre las tormentas de ideas: reafirmación de la felicidad y una frase repitiéndose en mi cabeza: crees que lo tienes claro, pero nada es evidente. En la realidad la propiedad conmutativa es relativa y aunque el objetivo sea siempre sumar, el orden de los factores puede cambiar tu conclusión, nunca exacta y siempre tan variable.
Para que unos beban otros tienen que servir; Si ries es posible que alguien llore muy cerca de ti. Preocuparse demasiado puede descentrarte. Y creer que algo es imprescindible no es más que un consuelo para ilusos. La vida sigue. Todo tiene su momento, pero aunque con treinta, veinte o cincuenta años nos creamos los reyes del mundo, sólo somos lacayos de las suposiciones con las que nos empeñamos en perder el tiempo SIEMPRE.
Enrevesado todo: como Beck, o como Björk, o como una letra bizantina de Bunbury;
Salu2
y nos vemos mañana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)







0 comentarios:
Publicar un comentario