Siempre recordaré el día que Venus se interpuso entre la tierra y el sol como mi aproximación al selectivo mundo del tío Gilito. Una lástima que mi zurrón de la suerte no tuviera antídotos suficientes contra la pobreza relativa de mi alrededor. Pero, por suerte, soy millonario en afectos y lo material no es algo que me quite el sueño, por lo que, encargada mi nueva guitarra y preparándome para mi primer festival (el tres sesenta de Pamplona), rehago las maletas y continúo recorriendo la ruta del nieto del cartero en busca de la tranquilidad que, a veces, uno es incapaz de encontrar en su entorno habitual.
Puede que entre tanto, el sistema capitalista espire y un servidor deje de tener dejavús cada vez que lea un periódico... pero mientras que las cosas siguen su curso lógico voy a seguir optimizando, relativizando y resintonizando la vida. Y como los años me siguen afeando por fuera y embelleciendo por dentro voy a quemar todos los cosméticos que me sobran, resolver la ecuación del A x Tar = Evolucionar y a degustar esta botella de Chardonair que me regalaron el otro día.
Podéis brindar, si queréis, con el vaso que tengáis a mano y concederme este baile con el que celebro el 40 aniversario del The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars de Bowie
Salu2
y nos vemos...
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