En plena redefinición de la perfección.
Vaciadas las mochilas y con el esfinter en pleno rendimiento, el bater de mi conciencia está vacío. Supongo que los años, a parte de patas de gallo y cierta redondez de cintura, me han aportado cabezonería y quizá por eso, peco de autoconvencimiento o me la sudan un poco los errores en los que puedan derivar mis pensamientos.
Siempre he sido muy frío mentalmente, poco sensitivo quizá. Y mi intuición me ha jugado muy malas pasadas. Pero mi coherencia es muy persuasiva y me gusta desencriptar demasiado rápido los enigmas que me depara el futuro. Por una vez he comprendido que las prisas no son buenas consejeras y que, a veces, tener paciencia no está de más. Lo más fácil sería refugiarme en los errores ajenos o hacer de ellos un bucle con el que justificar los míos propios. Pero no, esta vez voy a ser consecuente con lo que pienso y ni voy a tirar la toalla, ni a levantar banderas blancas, ni a buscar que los "extraños" vuelvan a tildarme de rancio, o de loco, o, simplemente, de raro.
Hay locuras pasajeras que hacen complicado distinguir la paranoia de la invención por protección. A veces para sentirnos seguros necesitamos pensar que alguien podría querer matarnos. Igual que para amar, necesitamos corroborar, antes, a quien vamos a conceder el placer de amarnos a nosotros. Todo proceso tiene una consecuencia, y todo fin tiene un medio y un principio.
No me voy a dar un banquete de palabras, ni voy a ponerme a destrozar mensajes enviados, ni a romper poemas, ni a quedarme sin la experiencia que, incluso lo peor, puede aportarme.
La fe nunca ha formado parte de mis virtudes. Soy más de hechos que de palabras y de concrecciones que de supuestos. Pero esta vez, algo me dice que debo creer, confiar y tener paciencia. Que como todo en la vida llega y que, a veces, merece la pena la espera si tras ella hay un futuro que te ilusiona realmente, una vida por la que merece la pena arriesgar todo, o parte de, lo que tienes.
Llamadme estúpido si queréis, pero mi cabezonería me dice que esta vez no tengo nada que perder. Y que los defectos de la perfección, dependiendo quien los mire, pueden acabar siendo la virtud que te has pasado la vida buscando.
Ya lo decía la diosa de la película "dogma" en su canción "perfect": Be a good boy, You'll make up for what I blew.
Salu2
y nos vemos mañana.







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