La pala con la que enterramos a Tänträ puede servir para edificar el sustento de lo que, circunstancialmente es un proyecto con nombre de rompecabezas que pone en común el alma poética de dos cómplices de desventuras, una voz angelical y la inestimable aportación de un futuro papá con alma de pianista risueño. El objetivo (conseguido): pasarlo bien. A pesar de los kilómetros que nos separen, de los sinsabores y los gastos que, tantas veces, nos ha costado este mundillo, el domingo volvimos a sentir ese subidón de adrenalina que da ponerse delante de unos cuantos espectadores a amenizar un pedacito de noche con parsimonias líricas y sutiles echas canción.
7 temas redondos y doblados, un guiño al pasado, la visión cómica del amor etílico sabatino, mi debút como cantautista, una rotación ciertamente profesional y todo el esfuerzo y el amor de 3 meses encerrados en un local.
Esa desconexión que, tantas veces, nos es tan esquiva, la ilusión, la cierta complacencia y el punto de ego y soberbia controlada que provocan el subidón, no es comparable a casi nada. Subido al escenario, se acaban los problemas, se olvidan las secuencias monótonas del resto de la semana y uno se limita a expresar con acordes y variaciones de tonos toda la oscuridad y las luces que lleva dentro.
Todo tiene otro sentido de repente, se equilibra y se transmite en la mezcla de sonrisas y parpadeos provocados por el exceso de sentimiento.
Y éso es lo que buscamos transmitir aunque quizá resulte pedante, lento o excesivamente relajante. Y puede que no sea lo que much@s buscan. Tal vez las letras sean enrevesadas o melancólicas... supongo que la "madurez" tiene estas cosas. Pero para éso está la cena, o la posibilidad de resolver los problemas del mundo conversando mientras tocamos. Nuestra música es un complemento al momento de relax que el espectador se ha tomado. No pretendemos ser pretenciosos, ni adquirir el protagonismo exagerado que antaño buscábamos con un punteo perdido entre el ruido, un redoble, mis gritos... Éso es secundario. Simplemente queremos que la gente nos asocie con el ambiente relajado, o de buen rollo, de la hora de la caña, o de la cena, o del multifrútico y la 0.0 de limón.
Por eso, quizá, al final, el sol vino a vernos... y tiñó de naranja la mesa de los holandeses, de rojo la de los zumaiarras, de azul el mar del fondo, de verde los montes, de blanco el fondo de los ojos, de amarillo a los enfermos imaginarios de Moliere y de vida a los cuatro músicos debutantes. El cubo de rubik dejó de ser un rompecabezas...
Como muestra un botón. La calidad de la imagen es pésima y el sonido... pero bueno;
Salu2
y nos vemos mañana.
PD. Gracias a todo el personal del camping Itxaspe, a toda la gente que nos facilito las cosas, a Christian por el ampli de bajo y a tod@s los que fuisteis a ver nuestro debut y a los que nos acompañásteis en el postconcierto en Zumaia.







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